Fuente: Artículo del grupo de trabajo de semillas dentro la red Reclaim escrito durante el último encuentro de esta red en que se realizó en Can Piella del 21 al 24 de Febrero.
Este texto ha sido realizado por 4 miembros del grupo de trabajo de semillas de RtF, a partir de las reflexiones surgidas en un taller propuesto en el encuentro de Can Piella. Este fué motivado por el sentimiento de posicionarse políticamente y dar cuerpo al debate dentro de RtF entorno al tema de las semillas en la actualidad.
Desde hace 10.000 años en que empezó la agricultura, las sociedades rurales habían manejado colectivamente la biodiversidad agrícola teniendo el tiempo para hacerse cargo de la reproducción y selección de las semillas e intercambiarlas entre ellas.
El modelo tecnoindustrial aplicado a la agricultura fomentó, sobre todo a partir de los años 1920 en Europa, la privatización y el control de estos recursos mediante la creación del sistema legal basado en catálogos nacionales donde debían de estar inscritas las variedades.
Al cabo de poco tiempo, incluso quienes creen en este modelo, se dieron cuenta que la erosión genética producida habia llegado a tal punto que podia implicar riesgos en la seguridad alimentaria y poner tambien en peligro el desarrollo sostenible del capitalismo. Se crearon entonces a partir de los años 70, miles de bancos de germoplasma para conservar, mediante costosas infraestructuras, las muestras de los recursos fitogenéticos.
Por otra parte, se fortaleció también recientemente un movimiento que reivindica el libre acceso a las semillas de variedades tradicionales y que ha conseguido un interés notable por parte de la sociedad civil.
Esto fué possible a partir de pequeños grupos, que sensibilizados con el problema de la pérdida de variedades agrícolas y el modelo agrícola hegemónico, se organizaron de forma local para retomar el control de la biodiversidad.
Como respuesta,el poder industrialo-gubernamental intentó recuperar aquellas iniciativas y colocarlas bajo su control para marginalizar el uso libre de las variedades. Se crearon nuevos decretos ligados a catálogos «alternativos», que están implicando muchas limitaciones en la autonomía: restricción de cantidades, venta autorizada solamente a no profesionales, obligación de controles fitosanitarios, etc. Se incitó a los campesinos a registrar sus variedades.
Esto para nada promueve el desarrollo de la pequeña payesía autónoma sino que permite un avance en el control de todos estos recursos para ponerlos a disposición solo de aquellos que esten aptos para vivir y producir dentro de los marcos del sistema capitalista.
En el taller propuesto en el encuentro, previa breve explicación sobre el contexto, se discurrió en base a 3 preguntas para reflexionar :
– ¿Podemos autogestionar autónomamente la biodiversidad?
– ¿Qué necesidades tenemos?
– ¿Cómo satisfacemos nuestras necesidades?
Así pues para la primera pregunta surgieron bastantes dudas y suscitó el debate de hasta que punto la podemos autogestionar. Se comentó en general que por ahora la forma autónoma es limitada ya que son pocos los grupos locales que pueden dedicar tiempo a esta tarea, y que si bien nosotras solas podríamos ya autogestionar la biodiversidad a escala de ser autosuficientes en nuestras fincas, se manifiestó también la idea de que queríamos llegar a más.
Con lo cual se hizo necesario y pudimos pasar a la segunda cuestión para pensar en aspectos más políticos y globales.
En este rato de reflexión consideramos que no tan solo queriamos la autosuficiencia ni conservar la biodiversidad por sí solas, sino más bien promover el cambio de la sociedad a una forma autónoma en general. Comentamos que para ello era estratégico empezar enfocándonos en la autonomía alimentaria en concreto ya que nos permite satisfacer las necesidades más básicas. Por lo cual es necesario retomar el poder colectivo y dar a las luchas contra la privatización de la biodiversidad igual forma e importancia que para la tierra y el agua.
Una vez focalizado el objetivo general pasamos a la tercera cuestión para volver a lo concreto en el tema de las semillas. Basicamente, las necesidades que tenemos es que más y más gente pueda tener aceso a las variedades tradicionales para cultivarlas y reproducirlas de manera autónoma sin depender del sistema del agrobusiness. Se necesita una mayor implicacion de los actores de la agricultura campesina de pequeña escala en el proceso de gestionar sus propias semillas y distibuirlas. Considerando eso, analizamos las alternativas que existen en el momento. Podríamos descifrar básicamente dos :
La primera se basa en la posibilidad de ejercer influencia sobre la configuración de las leyes. En efecto, muchos campesinos pueden temer el cultivar plantas «ilegales», y eso constituye un freno a la expansion del número de variedades cultivadas. Esa via supone presionar a los políticos y las instituciones para que cambien las reglamentaciones, y es lo que ya hacen diversas organizaciones que luchan, entre otras cosas, para el reconocimiento de los derechos de los campesinos a utilizar sus propias semillas. Pero este «lobbyismo» supone también creer que aquellos mismos que ahora otorgan la posibilidad de privatización de los recursos a empresas capitalistas, mañana daran a las personas campesinas los medios para una autonomia real…
La segunda via supone, frente a un sistema liberticida, llamar a las personas que cultivan a ponerse en resistencia y no esperar de los gobiernos cualquier tipo de autorizacion para empezar el trabajo de autogestión de las semillas. Eso conlleva riesgos (la asociación Kokopelli padeció por ejemplo varios ataques que le llevaron frente a los tribunales) pero creemos que tambien puede tener impacto. Este modo de actuar se puede llevar a cabo mediante diefentes acciones concretas, empezando claro por el cultivo y la reproducción libre de sus variedades y siguiendo con la distribución (bancos de semillas móbiles, ferias de intercambio, venta pirata sin autorizacion…) y la circulacion de los saberes (difusión de recursos, talleres, cursos prácticos…)
Caber destacar aquí que no consideramos estas dos alternativas en oposición sinó como complementarias. Estando en un mundo imperfecto y complejo, en nuestras luchas se tiene a menudo que jugar con diversos modos de accion, diversas estrategias, ya que en absoluto no se sabe muy bien cual sera más eficiente… Queda claro que de momento, no han sido lo suficiente fuertes los movimientos de autonomia real autogestionada para frenar este sistema de conservación basado en catálogos. Sin embargo, nos parecía importante insistir en el tema de la autonomía y del rechazo de las instituciones jerárquicas como objetivos ideales y porque nos parece que se integra más en lo que podría ser la «filosofía» de RtF.
Además porque nos preocupa que con este sistema de registro en catálogos «alternativos» se favorece la integración de recuperar las variedades tradicionales conforme al sistema capitalista. Algunas organizaciones de defensa de la biodiversidad han empezado a registrar sus variedades y trabajar con las instituciones. Entonces cabe reafirmar aquí que no nos quedaremos satisfechas con el tener algunas variedades otorgadas como folklore, imagen nostálgica de un tiempo ya pasado. No queremos hacer de nuestros campos unos museos de la diversidad perdida, sino utilizar estas variedades «libres» como paso hacia la autonomía y manera de resistir al sistema.