Fuente: AgendaViva. Fecha: Invierno 2011.
El alma del hombre y el alma del vegetal contenida en la semilla están sometidas a los mismos factores cósmicos para su fructificación: el fruto del alma humana, regada y bendecida por las influencias del cielo y nutrida por la tierra, es el conocimiento y la bondad consecuente del buen pensar, el buen decir y el buen hacer. El fruto de la semilla regado por las ubres del cielo, amamantado por los nutrientes de la tierra y protegido por los brazos de los hombres es la donación y el sacrifico de un reino, el vegetal, que se acerca a la conciencia cuando el hombre se alimenta con sus savias, nutrientes y tejidos, su substancia; es la donación de una energía de vida, una fuerza vital llena de sol y de tierra, de antepasados que yacen en la umbría del olvido de los siglos para transformarse en Ser Humano.