Fecha: 02/11/2011. Fuente: Ana Gómez – Mumumío
Recuerdo cuando era pequeña y mi abuelo tenía su huerto. Cada año guardaba los mejores frutos para simiente. Los tomates más hermosos, los calabacines más gordos… se reservaban exclusivamente para producir semillas para el año siguiente. Y estas semillas las compartía con sus vecinos. Quien había tenido una variedad nueva o mejor de una verdura la distribuía para que el resto de amigos pudiera cultivarla también.
Hoy en día todas estas costumbres se han perdido, pero como otras muchas prácticas, está siendo recuperada mediante la agricultura ecológica. Los conocidos como bancos de semillas permiten guardar, recuperar y compartir semillas de distintos tipos de hortalizas. En ellos se busca conservar una gran variedad de semillas en estado latente, de forma que se puedan proteger las diversas especies, ser cultivadas más tarde, registrarlas y compartirlas.
Según las Naciones unidas, el 90% de las plantas cultivadas hasta ahora está en riesgo de desaparecer. Además, tres cuartas partes del mercado agrícola mundial está en manos de cuatro grandes empresas: Monsanto, DuPont, Syngenta, y Groupe Limagrain, lo que empobrece a cuidadanos y pequeños empresarios de todo el mundo. La mayor parte de las semillas que comercializan son transgénicas, producen plantas estériles y están sujetas a patentes.
La importancia que pueden llegar a tener los bancos de semillas se ve reflejada en la Cámara Global de Semillas de Svalbard, un gran depósito situado en Noruega, bajo el hielo, para conservar muestras de todas las especies cultivadas hasta ahora, para poder recuperarlas en caso de catástrofe. A más pequeña escala, existen en el mundo miles de bancos de semillas enfocados a preservar y compartir las semillas entre agricultores.
En España pueden encontrarse varios bancos de semillas importantes: en Valencia, Zaragoza, Alcalá de Henares en Madrid, Altea en Alicante, o Gipuzkoa, las universidades y asociaciones han creado registros y almacenes de semillas para conservar muchas de las 20.000 clases distintas de plantas cultivadas. Además organizaciones como Red de semillas han creado bancos y redes de intercambio muy interesantes, promoviendo y facilitando la conservación y distribución de semillas ecológicas.
De esta manera, mediante los bancos de semillas, tanto los pequeños productores, como los centros de enseñanza y los particulares pueden disfrutar, conservar y compartir una gran variedad de plantas ecológicas, al margen de grandes empresas y ayudando a conservar la biodiversidad y el patrimonio.
Si queremos crear en casa nuestro propio banco de semillas podemos hacerlo. Tan sólo debemos elegir los mejores frutos ecológicos (si no es probable que sean estériles), tal y como hacía mi abuelo. Sacamos las semillas, las lavamos y las dejamos secar sobre papel absorbente, en un lugar aireado.