Fecha: 13-09-2013. Fuente: Biodiversidadla
Las semillas tienen un lugar especial en la lucha por la soberanía alimentaria. Estos pequeños granos son la base del futuro. Ellas determinan, en cada ciclo vital, qué tipo de alimento consumen los pueblos, cómo se cultiva y quién lo cultiva.
Pero las semillas también son el recipiente que transporta el pasado, la visión, el conocimiento y las prácticas acumuladas de las comunidades campesinas en todo el mundo que, durante miles de años, han creado la base de todo lo que nos sostiene en el presente. Las semillas no fueron creadas para permanecer siempre inalteradas.
No son objetos, sino parte de un proceso constante de recreación. Y por esta razón, han sido siempre el centro de las distintas visiones sobre cómo cultivar y qué debe ser la agricultura. Hace unos 100 años, un proceso inspirado por la visión de la vida industrializada empezó a cambiar la agricultura, acabando por transformar la producción de alimentos en muchas áreas del mundo. La modificación de las semillas ha sido central en esta transformación, haciendo posibles los cultivos homogéneos y basados en el petróleo que dominan la agricultura industrial.
Pero a pesar del predominio de la industria y sus constantes esfuerzos por marginalizar e incluso criminalizar la agricultura campesina, sabemos que nuestras semillas campesinas tienen raíces más profundas. Por todas partes se están reclamando y recuperando las semillas campesinas como parte central de la vida de las comunidades, incluso en las ciudades. Ellas son la base de una agricultura sostenible, saludable y justa. Las siguientes páginas centran su atención en algunos lugares donde se llevan a cabo las luchas diarias por nuestras semillas. Muestran las semillas de las campesinas y campesinos en Asia, África, Europa y las Américas. Muestran intercambios, resistencia, descubrimientos y solidaridad entre los pueblos; así como las agri-culturas que hilan el tejido de La Vía Campesina, y el tejido de nuestro futuro.