Fecha: 27-07-2012. Fuente: Diario Vasco
Según comentaron en el vivero Blasenea, las variedades autóctonas que más se plantan hoy en día en Gipuzkoa son Morado de Aretxabaleta, Pikoluze y Loidi. La primera procede del mismo Aretxabaleta; la segunda, de Bergara; y la tercera del caserío de Getaria de ese nombre.
Otras variedades vascas son Saint Michel, Igeldo, Murchante, Karkiano y Plano de Erandio. En ninguno de los casos son razas híbridas de laboratorio. Estas otras son las imperantes en los circuitos comerciales, debido a su alta producción y a que tienen una carne dura, lo cual facilita el transporte.
Son los agricultores ecológicos los que más han apostado por las variedades autóctonas. Y precisamente mañana el Boulevard donostiarra acogerá varios puestos de estos productores, para exposición y venta. Los organizadores de este otro evento son Behemendi y Biolur.
En nombre de Slow Food, Juan Manuel Garmendia comentó que los objetivos del concurso-exhibición son car a conocer y aumentar la sensibilidad social hacia las variedades autóctonas. Como se sabe, el movimiento Slow Food nació para reivindicar una gastronomía apegada al lugar, frente a la «comida rápida».
Por su parte, Juan Cruz Alberdi y Urkiri Salaberria, de Behemendi, recalcaron que las variedades autóctonas «son un patrimonio», y remarcaron que hay gente joven dispuesta a trabajar en el sector hortícola, pero que se enfrenta a una falta alarmante de tierras disponibles.
Detrás de los tomates autóctonos hay historias muy interesantes. El atxabaltarra Koldo Zubizarreta fue quien rescató la variedad tradicional Morado de Aretxabaleta cuando estaba a punto de extinguirse junto con sus últimos cultivadores locales. Fue hacia 1990, y lo hizo en colaboración con Tomás Larrañaga, un productor ecológico del caserío Lapatza de Antzuola.