Fecha: 09-07-2012. Fuente: EFE Verde – Carlos García
También las semillas se extinguen, si se dejan de sembrar o si por mestizajes e hibridación se alejan de su naturaleza original.
El Centro Zahoz para la investigación y conservación de la agricultura y flora de las sierras de Béjar y Francia ha recuperado en su sede de Cepeda, en Salamanca, algo más de seiscientas semillas tradicionales, la mayoría a punto de extinguirse.
Los chícheres, granos parecidos a los guisantes secos, las sandías amarillas, tradicionales de Castilla, o los tomates “de colgar” son algunas de las numerosas variedades hortícolas y frutales recuperadas desde 2007, año en que comenzaron su proyecto, financiado, por su interés, por la Unión Europea.
Los trabajos se han centrado en buscar “a pie de campo”, las semillas que tradicionalmente se sembraban en huertos familiares, ligadas a la tradición culinaria, los gustos que se pasan de padres a hijos, para hacer las recetas de casa.
Han conseguido crear un banco de semillas en una zona de cinco hectáreas, donde las reproducen y ponen a disposición de la población, aunque no pueden comercializarse, paradójicamente, porque no cumplen la normativa de la UE, quien costea el trabajo.
Para sortear este inconveniente, el Centro Zahoz ha creado la figura del “Guardián de Semillas”, como identifican a quienes quieran apadrinar una particular semilla para su reproducción.
Especies como la “patata fina”, una variedad de ese tubérculo propia de pueblos de sierra, de ciclo largo (se siembra muy pronto y se cosecha muy tarde) y de apreciado sabor, o decenas de variantes de las tradicionales “judías”, se incorporan al peculiar “banco”.
A la colección se suman tomates, manzanos, perales y cerezos en sus variedades típicas de la sierra salmantina.
Entre los más apreciados, el níspero, un frutal que solo se mantiene en pueblos como Cepeda o El Cerro.
Los tradicionales altramuces, las carillas de Lagunilla (judías), los frejones de manteca de Candelario, los ternillos de Cepeda (guisantes) o las muelas (parecido al garbanzo) de San Miguel de Valero, son sólo algunas de las decenas de nombres variopintos de semillas autóctonas de esta zona del Sur de Salamanca que ya se guardan para la posteridad.