23/01/2012 | Gorka Ramos
Fuente: Grita.org
Ahora que se empieza a poner de moda eso de irse a vivir al pueblo, una asociación salmantina quiere que el proceso sea organizado y mediambientalmente sostenible. Los vecinos que no pueden cuidar todas sus tierras las ceden para que ‘nuevos agricultores’ les saquen rentabilidad.
El Banco de Huertas de Salamanca es diferente a cualquier banco. Allí nunca veremos furgones blindados descargando bolsas de tela, los trabajadores no hablan nunca de divisas y los clientes no reclaman las comisiones cobradas.
El único objetivo de esta empresa es “recuperar la agricultura tradicional”, recoge el diario El Norte de Castilla. “Todas las partes ganan”, explica Josefa Martín, una de las coordinadoras de la iniciativa.
El modus operandi es sencillo: los vecinos que han dejado de cuidar sus huertos, los ponen disposición de este ‘banco’. Desde allí, la Asociación Salmantina de Agricultura de Montaña (ASAM) distribuye los terrenos cedidos a sus ‘clientes’, que en ese momento pueden trabajar la tierra.
¿Qué gana cada uno? Los agricultores se quedan con los productos, mientras que los vecinos que han cedido su huerta ven cómo su terreno “recobra vida” y quién sabe… a lo mejor los “nuevos agricultores” les regalan alguna lechuga, explica Josefa Martín, coordinadora de ASAM.
Pero no todo se queda en una actividad económica. Los interesados en producir en los terrenos cedidos se convierten en verdaderos actores socio-ambientales. Se promueve el reasentamiento en zonas que en los últimos años han quedado despobladas.
A la hora de asignar una parcela, ASAM siempre tienen en cuenta la cercanía con la casa de su cliente. Si está lejos, el uso intensivo del coche para llegar a la huerta iría en detrimento del carácter ecológico de la iniciativa. Proteger el ecosistema de las sierras de Béjar y Francia (sur de Salamanca) sigue siendo la prioridad.