Fecha: 21-08-2012. Fuente: Redacción/la Voz de Tenerife
La Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno de Canarias a través del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), ha puesto en marcha un estudio dirigido a mejorar la producción y la calidad de variedades tradicionales de tomate mediante la aplicación de hongos micorrícicos, es decir, microorganismos benéficos del suelo.
Siguiendo las tendencias que marcan esta producción en Europa, orientadas a recuperar el sabor, especializarse en segmentos y conseguir la diferenciación del producto, estos trabajos ¿ en los que colaboran el Cabildo de Tenerife y la empresa CULTESA- presentan la novedad de incorporar avanzadas prácticas de cultivo a la variedad tradicional canaria «Manzana negra» y la aplicación de estos organismos beneficiosos para reducir el aporte de fertilizantes, aumentando así la sostenibilidad del proceso de producción tanto en sistema ecológico como en cultivo sin suelo.
La presencia de este tipo de tomates en el Archipiélago data de los años 40, siendo su origen británico, al igual que todas las variedades para exportación de la época. Inicialmente se introdujeron en Canarias cuatro o cinco variedades, pero en años sucesivos, los cruces entre ellas y con otras nuevas- algunas incluso de procedencia americana- fueron generando nuevas poblaciones diferenciadas geográfica, ecológica y morfológicamente, dando lugar a variedades que se consideran «tradicionales» o «locales». Se trata de plantas con ciclo más corto que los híbridos actuales, y que muy probablemente permitirían dos plantaciones por zafra, generando una alternativa rentable para las zonas en las que, por motivos geográficos o sociales, no es viable el cultivo con entutorado alto y descuelgue de tallos.
Proyectos previos desarrollados por el ICIA en este ámbito han permitido establecer nuevas técnicas tecnológicas para el cultivo del tomate de invierno para exportación, capaces de generar importantes incrementos productivos que hacen posible mantener la rentabilidad del cultivo; y han mostrado los puntos críticos de dichas pautas desde el punto de vista medioambiental, sugiriendo la necesidad de estudiar vías para reducir la aplicación de fertilizantes químicos, insumo que contribuye en mayor proporción a dicho impacto.
Asimismo, estos trabajos han demostrado que el uso en fase temprana, es decir, en semillero, de estos hongos, que establecen una asociación simbiótica con las raíces de la planta, aumenta considerablemente la eficiencia de uso del fósforo- el macronutriente de mayor coste por unidad fertilizante- y también, aunque en menor grado, el de otros nutrientes y comporta en muchos casos una mayor tolerancia a infecciones por patógenos.
Partiendo de esos resultados, esta investigación, financiada por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), pretende mejorar la sostenibilidad de este cultivo mediante la aplicación de estos organismos y, en definitiva, optimizar técnicas de cultivo de tipos de tomate tradicionales con mayor calidad organoléptica y nutricional, destinados a nichos específicos de mercado y que puedan ser diferenciados mediante marcas de calidad como etiquetas de producción ecológica o integrada, o baja huella de carbono, entre otros distintivos.
Además, en este estudio se abordará también la aplicación de hongos micorrícicos en cultivo sin suelo-en el que éste es sustituido por soluciones que contienen nutrientes minerales, con o sin un medio inerte como sustrato-, aspecto de gran novedad y del que existen muy pocos precedentes a nivel mundial.
Se analizará también la influencia de las condiciones de cultivo -como el suelo o sustrato, el manejo del riego y la fertilización, o el clima- y la época de la recolección durante la zafra sobre la calidad final del producto y los efectos en el sabor, valor nutricional, contenido en compuestos antioxidantes y bioactivos, así como en su comportamiento poscosecha, con el fin de establecer pautas que permitan obtener una óptima calidad organoléptica y nutricional de los frutos.
Aparte de la importancia de los resultados científicos y las aplicaciones que los mismos puedan tener para el sector agrícola, el proyecto contribuirá a poner en valor este importante recurso fitogenético y su conservación.
Tecnología para triplicar rendimientos
Aparte de su importancia económica, el cultivo de tomate para exportación tiene gran trascendencia social por el gran número de puestos de trabajo que genera, tanto en el cultivo como en el proceso de empaquetado y comercialización. Además este sector requiere una serie de actividades auxiliares que dan lugar a un importante número de puestos de trabajo.
Dada la importancia social y económica de este sector para el Archipiélago, el Gobierno de Canarias ha considerado necesario establecer un Plan Estratégico para mejorar su competitividad y asegurar la viabilidad futura del cultivo de tomate de exportación a través de medidas basadas en la aplicación de los resultados de estudios del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), tales como modernización de las estructuras productivas, o la implantación de actuaciones tecnológicas que permiten triplicar los rendimientos medios obtenidos por el sector, y la optimización de las condiciones de transporte.
Aplicar labores culturales de manejo de las plantas como entutorado alto y descuelgue, deshojado y deshijado para optimizar la captura de luz solar ha resultado un factor decisivo para lograr el importante incremento productivo de estas pautas.
No obstante, se considera, y así se refleja en el citado Plan Estratégico, que la supervivencia del sector productor de tomate de exportación, en una coyuntura de creciente competitividad, exige un proceso de innovación continua, que incorpore los resultados de una investigación aplicada capaz de afianzar la futura viabilidad del sector, teniendo en cuenta el aumento de la demanda de productos de calidad, con mejor sabor y mayor valor nutricional, así como los crecientes requerimientos de respeto medio-ambiental, particularmente importantes para Canarias debido a la alta fragilidad de los ecosistemas insulares, y la gran proporción de superficie cultivada dedicada a la agricultura intensiva.